Sri Murari Gupta

Śrī Murāri Gupta, uno de los más entrañables asociados de Śrī Caitanya Mahāprabhu —un devoto cuya vida es una lección viva de nisṭhā-bhakti, devoción firme e inquebrantable.

En la antigua y sagrada tierra de Navadvīpa-dhāma, cuando el Señor Gaurāṅga aún caminaba entre los hombres, había un médico piadoso y humilde llamado Murāri Gupta. Nació en una familia de brāhmaṇas y desde su infancia mostró un corazón lleno de compasión, sabiduría y una profunda fe en el Señor Rāma. Su devoción por Sītā-Rāma era tan natural como la respiración; su mente, su palabra y su vida entera estaban entregadas a su Señor eterno.

Cuando el Señor Caitanya aún era conocido como Nimai Paṇḍita, famoso por su inteligencia y argumentación, solía visitar con frecuencia la casa de Murāri Gupta. Allí, en aquel sencillo hogar, el Señor se complacía en hablar sobre los nombres de Dios y los pasatiempos de los grandes devotos. Murāri servía al Señor con gran afecto, y su corazón temblaba cada vez que veía la radiante forma dorada de Gaurāṅga.

Con el paso del tiempo, cuando Caitanya Mahāprabhu comenzó a manifestar abiertamente Su naturaleza divina, muchos de Sus devotos se rendían a Sus pies y tomaban refugio en Él como en la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa Mismo. Un día, el Señor quiso enseñar al mundo entero el significado de la devoción pura y la fidelidad a la relación eterna del alma con el Señor.

Mahāprabhu llamó a Murāri y le dijo con dulzura:

—“Murāri, tú eres un gran devoto. Pero quiero que en tu corazón tomes refugio de Śrī Kṛṣṇa, el hijo de Nanda.”

Murāri, con humildad, inclinó la cabeza y respondió:

—“Mi Señor, Tú eres mi vida y mi alma. Si es Tu deseo, así lo intentaré.”

Obedeciendo al Señor, fue a su casa y trató de meditar en Kṛṣṇa. Pero al hacerlo, su corazón comenzó a doler intensamente. Su mente, su alma, todo su ser se agitaba, y sintió como si estuviera traicionando a su amado Rāma. Pasó toda la noche en agonía, sin poder apartar la imagen de Sītā y Rāma de su mente. Al amanecer, corrió de nuevo hacia Gaurāṅga, llorando desconsoladamente.

Cayendo a Sus pies, dijo entre sollozos:

—“Mi querido Señor, he intentado hacer lo que me pediste, pero no puedo abandonar los pies de loto de mi Señor Rāmacandra. Si alguna vez dejo de servirle, prefiero morir mil veces. No tengo otro refugio.”

Al escuchar estas palabras, Caitanya Mahāprabhu se llenó de júbilo. Abrazó a Murāri con gran afecto y exclamó:

—“¡Oh Murāri! Eres el ejemplo más puro de fidelidad eterna. Eres la encarnación de Hanumān, el siervo perfecto de Rāmacandra. Has mostrado al mundo que la devoción verdadera no cambia con el tiempo ni con las circunstancias. El amor puro no se negocia: es eterno.”

El Señor, conmovido por su devoción, comenzó a llorar, y todos los devotos presentes sintieron cómo sus corazones se derretían ante esa escena divina: el Señor Supremo abrazando a Su eterno sirviente.

Murāri Gupta vivía una vida sencilla. Como médico, atendía a los enfermos sin esperar recompensa, siempre recitando el santo nombre y viendo en cada alma al eterno sirviente del Señor. Su devoción no estaba en los rituales ni en las palabras, sino en su servicio constante y su pureza de corazón.


Cuando Caitanya Mahāprabhu realizó Su mahā-prakāśa-līlā en la casa de Śrīvāsa Ṭhākura, reveló a cada devoto su identidad espiritual. Cuando llegó el turno de Murāri Gupta, el Señor mostró en Su cuerpo las marcas de Rāma y Sītā, y ante los ojos de todos, Murāri vio a su amado Rāmacandra frente a él. Lleno de lágrimas, cayó postrado, repitiendo:
Jaya Sītā-Rāma! Jaya Rāghava! Jaya Lakṣmaṇa!

Aquel fue un momento de éxtasis trascendental: el siervo eterno Hanumān reconocía a su Señor, ahora aparecido en la forma dorada de Gaurāṅga.

Murāri Gupta escribió un hermoso poema titulado “Śrī Caitanya-carita”, que describe los primeros pasatiempos de Caitanya Mahāprabhu en Navadvīpa. Aunque más tarde Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī compuso el Caitanya-caritāmṛta, siempre reconoció la pureza y el valor de los escritos de Murāri, quien fue testigo directo de los pasatiempos del Señor.

Hasta el final de su vida, Murāri Gupta permaneció en Navadvīpa, sirviendo humildemente a los devotos y recordando constantemente los nombres de Sītā y Rāma. Nunca buscó reconocimiento, y sin embargo, su ejemplo brilla hasta hoy como símbolo de devoción constante, amor inquebrantable y fidelidad espiritual.

Su desaparición ocurrió en un día auspicioso, recordado con lágrimas y canto por los devotos, que aún oran por alcanzar una fracción del amor que él ofreció a su Señor.



🌸 Así, la vida de Śrī Murāri Gupta nos enseña que el bhakti no consiste en cambiar de devoción según la conveniencia, sino en descubrir y abrazar con firmeza nuestro vínculo eterno con el Señor. Y que, como dijo Gaurāṅga, “la devoción pura no se mide por la forma del Señor que adoramos, sino por la intensidad y sinceridad del corazón que ama”.

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