Pasatiempo de Utpanna Ekadasi

Utpannā Ekādaśī es uno de los Ekādaśīs más gloriosos del calendario vaisnava, pues está relacionado directamente con el nacimiento de la personificación de Ekādaśī-devī, la energía espiritual del Señor que protege a los devotos del pecado y de la esclavitud material.


El nacimiento de la energía purificadora de Viṣṇu

En una era lejana, cuando el tiempo aún era joven y la rectitud reinaba en la Tierra, la oscuridad comenzó a extender su sombra sobre los tres mundos. Un demonio llamado Mura, nacido de las entrañas del orgullo y la arrogancia, se levantó con fuerza descomunal. Su cuerpo era negro como la noche sin luna, y su mirada ardía con deseo de poder.

Con sus ejércitos, Mura invadió los cielos y sometió a los semidioses. Destruyó los sacrificios védicos, corrompió las mentes de los hombres, y su risa resonaba como un trueno que anunciaba el fin del dharma. Los devas, impotentes ante su fuerza, abandonaron sus palacios y acudieron al refugio supremo del Señor Nārāyaṇa, quien reposa eternamente sobre Ananta Śeṣa en el océano de leche.

Con lágrimas en los ojos, los devas oraron:

“¡Oh Señor de todos los seres! El demonio Mura ha llenado el universo de oscuridad. Solo Tú puedes restaurar la armonía. Te suplicamos, por Tu misericordia infinita, que lo destruyas.”

El Señor Viṣṇu, protector de los devotos, sonrió con compasión y dijo:

“No teman, oh semidioses. Iré personalmente a poner fin a su tiranía.” 

Montado en Garuḍa, Viṣṇu se dirigió hacia la ciudad de Chandravati, donde Mura residía. Cuando el Señor llegó, el demonio, en su arrogancia, se rió con desdén al ver la forma pacífica de Viṣṇu.
Pero el Señor desenvainó su Sudarśana Cakra, y el cielo se cubrió de relámpagos espirituales. Comenzó una batalla que sacudió los tres mundos. Los tambores celestiales resonaron, los océanos se agitaron, y los sabios en sus ermitas oraban por la victoria del dharma.

Durante diez mil años celestiales, el Señor Viṣṇu luchó sin cesar, derrotando a miles de demonios. Sin embargo, al ver que Mura seguía multiplicando sus fuerzas, el Señor decidió retirarse brevemente a un lugar sagrado, la cueva de Himavati, en Badarikāśrama, para descansar unos momentos en yoga-nidrā

Mientras el Señor descansaba, Mura, lleno de furia y sed de venganza, lo siguió hasta la cueva.
Pensó con malicia:

“Ahora este Vishnu duerme... ¡Lo mataré y reclamaré su gloria!”

Empuñó su espada y entró sigilosamente en la cueva. Pero justo cuando alzó el arma, una luz cegadora emanó del cuerpo del Señor Viṣṇu.
De aquella radiación trascendental surgió una hermosa doncella celestial, vestida con ornamentos dorados y un aura resplandeciente como mil soles. Su rostro irradiaba serenidad, y sus ojos estaban llenos de compasión y determinación divina.

Era Ekādaśī-devī, la personificación de la pureza, el autocontrol y la energía devocional de Viṣṇu mismo.

Sin decir palabra, se interpuso entre Mura y el Señor. Con un solo gesto, su poder disolvió la arrogancia del demonio. En un instante, su espada cayó, y su cuerpo fue reducido a cenizas por el fuego de su pureza.  

Cuando el Señor Viṣṇu despertó, vio al demonio destruido y a aquella radiante energía postrada ante Él. Con una sonrisa llena de ternura, le preguntó:

“¿Quién eres, oh bella y poderosa doncella? Tu resplandor llena el universo, y tus acciones han liberado al mundo de la oscuridad.”

Ella respondió humildemente:

“Oh Señor, yo nací de Tu propio cuerpo para protegerte y servirte. Tú eres mi fuente, mi refugio y mi alma. Por Tu gracia, he destruido al demonio que perturbaba Tu descanso.”

El Señor Viṣṇu, profundamente complacido, pronunció palabras que resonaron en los tres mundos:

“¡Oh gloriosa hija de Mi energía! Desde hoy serás conocida como Utpannā Ekādaśī, porque has nacido (utpannā) en el undécimo día (Ekādaśī) de la luna creciente.
Los devotos que observen este día en tu honor serán liberados de todos los pecados.
Tú purificarás sus mentes, les darás fortaleza espiritual y los guiarás hasta Mis pies de loto.
Quien te adore con devoción alcanzará los mundos superiores y finalmente Mi morada eterna.”

Y así, los devas, sabios y santos ofrecieron flores, incienso y oraciones a Ekādaśī-devī. Desde ese momento, se estableció el voto sagrado de ayuno y servicio en Ekādaśī, considerado el día más auspicioso para el avance espiritual.

Ekādaśī representa el poder de la disciplina espiritual (tapasya) y la pureza del corazón. Nació del propio Señor para ayudarnos a conquistar al demonio interior —Mura, la pereza, el deseo y la ignorancia— que intentan apagar la conciencia de Kṛṣṇa.

Ayunar en Ekādaśī significa alimentar el alma y silenciar la mente. Significa ofrecer el cuerpo, la palabra y el pensamiento a Dios, en gratitud y devoción.

Por eso los vaisnavas no ven a Ekādaśī como una restricción, sino como una bendición viviente, una madre espiritual que nos lleva de vuelta al refugio de Viṣṇu.

🌻 Conclusión

Utpannā Ekādaśī no es solo el nacimiento de una diosa: es el renacimiento de la pureza en el corazón del devoto.
Cada Ekādaśī es una oportunidad para dejar morir al demonio interior y permitir que nazca la luz del servicio amoroso a Kṛṣṇa.

Así como Ekādaśī-devī protegió el descanso del Señor, ella también protege la fe y el amor de quien sinceramente busca refugio en Él.
Que su energía purificadora inspire siempre nuestra práctica, y que cada Ekādaśī sea un recordatorio de nuestra meta eterna:
servir con amor a los pies de loto de Śrī Śrī Rādhā-Kṛṣṇa. 🌼

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